En esta segunda entrega, les mostraremos, como terminó esta bellísima jornada. Quedaba una vaca de 16 años, venida a menos por la edad. Allí que fuimos a por ella, con la intención de que los tres espadas pudieran rematar la tarde de una forma especial. La vaca fue tan buena, que tras embestir con nobleza varias tandas a los tres toreros, la toreamos, José el ganadero, Víctor y un servidor. El ponerse delante de una res brava te produce una sensación de miedo, que solo poniéndose uno delante, se puede llegar a saber. Delante de una eralita, se pasa, pero no quiero ni decirles, delante de una vaca como esta, que ya estaba tentada en su momento y además en el marco de una atardecer en la dehesa extremeña, alcanza cotas místicas y te emvuelve una sesanción de felicidad indescriptible. Para terminar quería agradecer a José, su cariñoso trato y la invitación, así como a Alejandro, su esposa y a Víctor, nos hicieron sentir como en casa. Todavía hoy sueño con esas vacas embistiendo y esos toreros disfrutando y yo toreando.....
Cruz Ordóñez, gustándose
Chamón Ortega toreando entre tinieblas
José Manuel Sandín, relajado en este sentido derechazo
La vaca fue de ensueño, como el lance de Ordóñez
Abandonado, entregado, olvidándose del mundo, solo sintiendo el toreo
Estético lance de Sandín
Chamón dándole todas las ventajas a la vaca a pies juntos
José el ganadero, con temple y serenidad
Un servidor haciendo un esfuerzo, muy grande....
El de pecho algo más asentado
El fenómeno de Víctor, a caballo, a pie....
...que grande...
Foto con reminiscencias del toreo antiguo, esa comunicación animal-humano, ese sentimiento de respeto hacia un bravo y noble animal, ese abstraerse del mundo real, entrando en un espacio al que se llega solamente sintiendo el toreo correr por tus venas. Sandín genio y figura.
Al final foto de los componentes del cartel "Del siglo". Casi nada y anda que fué poco.
Por: Raúl Castro
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